EL PODER HABLAR
Así como llora un niño al verse solo en un mercado, lloraba aquel hombre de más de cuarenta años. Sus lágrimas fluían como manatiales sobre las rocas de sus mejillas. Largo rato lloró y lloró. Los paseantes, algunos compradores, otros viendo la escena, se preguntaron,¿ qué puede hacer que un hombre maduro llore como una criatura por tan largo rato? Se platicaban entre si y comentaban. Tuvo que pasar un largo rato para que cesara aquel llanto. El hombre con la mirada nublada aun por las lágrimas caminó hacia uno de los puestos de venta. Se paró enfrente de uno de ellos. Miró y no vio. Al fin alguno se atrevió a hablarle, esperanzado en obtener una respuesta. -Largo tiempo has llorado, buen hombre. Se puede saber cuál es el dolor que te aqueja que ha producido tanto dolor y lágrimas ante nuestra presencia. -Vengo de la guerra-respondió el hombre-y conozco la muerte de cerca. -Muchos no han vuelto- respondió la mujer que vendía frutas. -Es cierto, es verdad- comentó...