EL HOMBRE SIN NOMBRE

Como persona uno puede tener muchas experiencias o sucesos que hacen de la vida algo no rutinario, algo que tiene un sabor a nuevo cada día. Puede ser desde una excursión hasta un día más en la profesión,  cuando esta se vive con intensidad y pasión. Si vemos el trabajo como ese algo que debemos hacer para ganarnos el cobijo, la vestimenta, el alimento y el apareamiento, puede caer en algo necesita de nuestro esfuerzo por sobre llevar. A veces con entusiasmo y otras con enfado, dado el entorno tan significativo en nuestro diario vivir.
He leído en varias redes sociales que “gracias a Dios hoy es viernes”. Un día en finaliza el deber para “sobrevivir”, un día, en que según nuestra edad y contactos, podemos darnos a una clase de diversión que no nos podemos dar todos los días. ¿Por qué? Pues porque casi siempre diversión va unido a trasnochar, a beber algo que nos alegre, comer y gastar en ello. Cosa que incide en nuestro presupuesto. Veo entonces que el viernes para muchos es un día “especial”, que nos dará un respiro para el resto de la semana. Viviendo en un país como el nuestro en donde el miedo se para en cualquier puerta, en cualquier carro que pasa despacio, en las motocicletas que nos rebasan en nuestro auto, en los relatos que corren de boca en boca, pues divertirnos también implica un riesgo. Un riesgo pues la seguridad es mínima. Y las redes sociales, mas virtuales y seguras que las redes de bandoleros y ladrones con custodio autorizado por uniformados, nos dan una ventana a ver “para fuera del encierro” en que Guatemala y sus habitantes vivimos. Leer no es el fuerte de la mayor parte de nuestros ciudadanos. Imagínense vivir en el país con el segundo lugar de número de muertos diarios que no está en franca guerra. Pues como que nos decidimos por buscar otra manera de diversión.
             En estas y las otras desde hace varios años he venido abriendo y cerrando cuentas de las redes sociales, que honestamente les digo, son una gran herramienta de comunicación “virtual” y un medio de mandarnos mensajes a lugares increíbles, a países donde tenemos parientes y familiares de  una manera más o menos segura.
          En estas famosas redes las hay grandes, medianas y muy pequeñas. Pero tienen un común denominador: en todas “queremos ser protagonistas de una vida” casi real. Casi real pues llegamos a creer en la “seguridad de confidencialidad” que se nos ofrece por su uso. Llegamos a creer que aquella persona que se interesa por lo que escribimos de verdad “esta de nuestra parte” porque nos felicita con el símbolo de la red que usemos. Y así, nuestro aislamiento y anonimato nos va empujando a pasar largas jornadas frente al computador con el afán de impactar con “lo que opinamos”, con el deseo de lograr muchos aplausos gestuales, captar la atención de cada vez más “amigos” o “contactos”. Como les cuento quise experimentar en varias redes y bueno me di a la tarea de opinar de manera cibernética y no anónima, pues lo hice con mi nombre, y por las mismas recomendaciones de las redes evitar colocar fotos de mi o de mis familiares. Inevitable que alguien lo haga para quedar bien con uno, y de pronto te ves en una foto con tu familia porque aquel amigo nos “regalo” un trozo de popularidad. Descubrí cosas muy bellas. Al cerrar yo una cuenta mía, algún amigo/cibercontacto, se comunicaba por medio del correo electrónico que uno adjunta a su cuenta, preguntando ¿Qué paso? ¿Cómo vas? Y así por el estilo. Pero se decirles que del 100% de personas que uno llega a conocer, digamos, y a mensajearse constantemente, a mí me buscaron 1%. Si así es 1% de todos aquellos que sus ciber aplausos y muy apreciados comentarios si vives o mueres, hasta allí llegó.
                    
  De las cosas bellas que descubrí, es que en el mundo de soledad y guerras en que puede vivir una persona, hay algunas que tienen un corazón tan grande que su capacidad de hacerte sentir su cercanía va más allá de la simple utilidad de los temas que se tratan y te interesan en tus publicaciones o en sus publicaciones.
                  Pude sentir profundamente amistad tan pura y profunda de ida y vuelta por esas personas. Pude experimentar que lo virtual de ese contacto se hacia tan intenso como y más de lo que puede ser la relación con un vecino o compañero o amigo de carne y hueso, por decirlo de esta manera; por decir alguien que puedes ver y oír en vivo. Su expresión y su ternura al dirigirse a ti con esa intensidad, que no nace de un interés de quedar bien, sino de alguien que ha cultivado el arte de Amar y Dejarse Amar. De la manera a distancia o cibernética, o como le llamemos; haciéndote de verdad “tener un lugar en tu corazón” para esa persona.-
                Pero el común denominador de estas famosas redes es tan, pero tan trivial y su contenido es tan superficial que a veces en lugar de nutrirte de ese contenido tu energía se ve disminuida. Por personas que, siendo tus amigos de infancia, de barrio, de profesión, comentan desde el fondo de su pobreza espiritual, haciendo de tu momento en que te expresas, sentir que es un HOMBRE SIN NOMBRE. Su soledad y su anonimato mata. Mata lo bello que se puede compartir cuando en tu interior tienes sed de beber letras que servirán para armar tu rompecabezas de felicidad diaria.
                Bueno, después de incursionar en varios espacios sociales o redes, por experimentar por mí mismo, lo que con fechas de años atrás di por calificar como una jaula virtual dadas las mismas condiciones fáciles de diversión, “seguridad” en cuanto a entretenimiento, confirmo que la adicción a esta forma de comunicación en busca de UN NOMBRE para un persona SIN IDENTIDAD Y SIN NOMBRE en la vida real, de verdad da terribles resultados. Hablo de la adicción, que se da un casi el 85% de los usuarios. Y esta adicción no solo la mido por la virtualidad de encuestas. Veo en mi Consultorio personas verdaderamente afectadas, no solo por la adicción que incluye sedentarismos y demás, sino por los chismes, egoísmos, competencia y rivalidad que genera este juego.
            Deseo tengan en su lista de personas no ha quienes como decirles “como vivir” o “mensajes de libertades” que vendrán, o “liderazgos cultivados desde que nació la primera red”, sino personas que por su frescura y sencillez dejan un perfume de belleza al leerlos.
          

Puedo decirles que es tan fácil hacerse líder de “un montón”, y creer que de verdad toman en cuenta tu palabra en letras, como “anónimos” que viven una vida como 
UN HOMBRE SIN NOMBRE.-

Dr. Omar Estévez
30 Enero 2013.
Guatemala.

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