¿PODEMOS TRANSFORMARNOS EN ALGO MEJOR?
Buena
pregunta. Es la raíz misma del conflicto humano y la meta prometida al humano.
Desde los albores del razonamiento del individuo, se mantiene un tipo de
cuestionamiento entre “yo” y lo que “yo quiero ser” o “dejar de ser”, un “lo
que soy ahora” y lo que “deseo ser”, lo
que no está de mi piel para adentro, lo que no está contenido en mi acerbo de
memoria, en mi equipaje de lo aprendido y dentro de mis creencias, desde ya
aceptadas por mí; y lo que está fuera de esas fronteras o limitaciones. El
cambio es la ley de la vida, constantemente transformándose y cambiando al ser
humano biológicamente de niño a anciano. Ese es el ritmo natural de todo ser
viviente. Pero el hombre dotado de inteligencia es el único capaz de desear,
posible o imposible, de ser esto querer ser aquello. Y este querer “es el
conflicto”.
Si
una persona se acepta, de pronto se inicia un proceso de cambio natural, si una
persona proyecta una diferente manera de ser, entra en conflicto que lo hace
perder el paso natural de la evolución. Pues una mente en conflicto, no puede mantenerse en armonía con
el ritmo cósmico o universal. Es entonces que se da buscar. Y es en esa búsqueda
que deja la mayor parte de sus energías. Un niño es un niño. No se conflictua
en querer ser otro niño. Tan solo la frescura de su mente lo mantiene al ritmo
de la evolución natural. Pero no está libre de influencias que lo incitan a que
deje de ser lo que es, para que se convierta en lo que se le propone. ¿Quiénes son
los primeros en proponerles un cambio? Los
padres o tutores. Luego vendrá la escuela y la sociedad con todas sus
vertientes de pensamiento. Lo original entonces es retorcido por la obligación de
adaptarse a lo externo. Y ¿Qué es lo externo?, desde la conducta ya enferma de
los cercanos, padre, madre, colegio,
escuela, en fin, lo que la sociedad ofrece.
Pero
¿Qué pasa si no hay ningún deseo de ser “aquel”, que es la respuesta del individuo al embate de
lo externo? ¿Qué pasa sin un niño, un hombre, un joven, se acepta tal cual es
en ese momento? Pues surge una energía tan original que puede coexistir en su
comunidad, pero sin conflicto. ¿Se acepta uno tal como uno es? La respuesta la
tiene cada cual, pero el embate de obligación a cambiar es tan grande y sutil,
que raramente una persona de una urbe se acepta como es. El conflicto entre
este que soy con aquello que deseo y debo ser, consume. Y es un reflejo de una sociedad
que desea consumir incluso su propia energía. Es más claro si vemos que todo
cambio que se nos propone conlleva consumir. Si tenemos el vigor y la energía
para soportar esa presión, entonces veremos la diferencia entre consumir y
utilizar. Utilizar la inteligencia para consumir lo necesario, que no es lo
mismo que consumir lo superfluo e intrascendente.
Solo
si observamos cuantas personas viven su vida deseando ser otras sin ningún resultado,
descubriremos que nos estamos transformando en algo mejor, diferente; una
persona sin conflicto, y como consecuencia
actualizada a los requerimientos más inmediatos, y eso se llama felicidad y
contentamiento.-